En nuestra Centroamérica la Familia salesiana también es deudora de esta Pastoral, en Oratorios y grupos juveniles, líderes y catequistas se han forjado en los patios y aulas encontrándose con Jesucristo aún en medio de grandes y graves dificultades personales, familiares y sociales.
Un altísimo porcentaje de los actuales miembros de la Asociación de Salesianos Cooperadores provenimos de dichos grupos juveniles, desde los históricos EJE e Iglesia Joven hasta los parroquiales Grupos Don Bosco de Acajutla y Sonsonate, fuimos miembros de esos grupos hasta que llenos de entusiasmo decidimos “quedarnos para siempre con Don Bosco” como Cagliero, como Rúa, como Rinaldi. Nos quedamos con Don Bosco como Salesianos seglares con el proyecto de vida de construir el Reino de Dios en las realidades cotidianas de vida, trabajo y familia (Christifideles laici- PVA).
De esta manera quiero hacernos caer en cuenta que siempre hemos estado en la Pastoral Juvenil en sus varias dimensiones como miembros la mayoría, como asistentes y asesores otros, como animadores cercanos o lejanos siempre los Salesianos Cooperadores hemos compartido la vida y las peripecias de los Grupos Juveniles de Centroamérica. Sin embargo, ha llegado el momento de hacer algo novedoso.
Las Congregaciones religiosas de nuestra Familia han ido comprendiendo poco a poco el rol de los “Asesores seglares” o “Asesores laicos”, así como poco a poco han ido asumiendo la presencia de los salesianos seglares hasta llegar a compartir la tarea de animación y acompañamiento. No se trata de suplantarnos o intercalarnos sino de crecer en identidad al servicio de los jóvenes y las jóvenes.
Cada uno, desde su específica identidad religiosa o secular, encarna una porción del carisma de don Bosco para la Iglesia y para el mundo juvenil, se trata ahora de ir descubriendo caminos y espacios no para Salesianos Cooperadores en solitario sino para nuestras Comunidades. Pobre servicio aportarían a los jóvenes Salesianos Cooperadores en solitario como Quijotes necios en busca de protagonismo, solo si nos presentamos como Comunidad podremos hacer fructífera la misión que encaramos, juntos todos y todas, desde nuestras diferencias que se complementan en edad, condición, experiencia y generosidad podremos ser significativos para los jóvenes del siglo XXI ya que nuestra fraternidad es una misión pero también una profecía.
La Comunidad se hace presente en la Pastoral Juvenil a través de los hermanos comprometidos con ese sector, y ella misma sostiene la vida apostólica de estos misioneros con la formación permanente, la oración y el compartir solidario de bienes espirituales y materiales (PVA).
Quiera Dios que sean pocos los Quijotes necios en busca de protagonismo y muchas las Comunidades y Centros abiertos y generosos al servicio de los jóvenes, esta una misión y también una profecía.
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