Desde entonces y hasta el siglo XIX las iniciativas a favor de los jóvenes y los niños pasaron siempre por la enseñanza del catecismo y las prácticas devocionales religiosas.
Así, el apóstol romano San Felipe Neri es el fundador de los Oratorios para niños como espacios adecuados para la práctica de las devociones religiosas como la exposición del Santísimo Sacramento, la devoción de las cuarenta horas eucarísticas y el aprendizaje del catecismo, con el fin de expandir y fundamentar esta tarea San Felipe Neri fundo también la Congregación de los Padres Oratorianos.
Nuestra tradición salesiana nace de la iniciativa de Don Bosco de atender la formación religiosa y laboral de los niños de la ciudad de Turín así como la formación intelectual de aquellos jovencitos que desearan convertirse en sacerdotes, así nace el Oratorio de Don Bosco y posteriormente, Congregación Salesiana.
Siguiendo esta inspiración y apoyándose en María Mazarrello y un grupo de jovencitas crecidas en su oratorio femenino funda más tarde el Instituto de Hijas de María Auxiliadora con el fin de formar y educar a las jovencitas de las clases populares así como ya lo hacían los salesianos. Ambas Congregaciones, en el sentir de sus fundadores y con la dinámica propia de la Iglesia en la segunda mitad del siglo XIX se lanzan a la misión evangelizadora de América del Sur, comenzando por la Argentina y llegando poco a poco a todas las naciones del continente americano.
Ambas Congregaciones religiosas en particular y las diferentes ramas de la Familia Salesiana en general, somos deudores de esas iniciativas de apostolado juvenil desarrolladas por nuestros fundadores, la Familia Salesiana es deudora de la Pastoral Juvenil.
Durante los años 80’s en toda Centroamérica, al mismo tiempo que se desarrollaban procesos de violencia y guerra civil, crecieron los grupos y movimientos juveniles, en el ambiente salesiano fueron los movimientos EJE, ESCOGE e Iglesia Joven los que acompañaron en las diferentes casas salesianas a cientos y miles de jóvenes de ambos sexos quienes, en la actualidad, somos adultos en la fe, padres y madres, esposas y esposos, seglares, sacerdotes y consagrados.
Y aquí es donde comienza nuestra reflexión.
Los años 80 y 90´s así como estuvieron caracterizados por la violencia militar también fueron testigos de cientos y miles de jóvenes dedicados y atendidos por la Pastoral Juvenil Salesiana con un formato masivo, celebrativo y popular propio de la espiritualidad que nos anima. Tanto en las comunidades salesianas como en las Parroquias y Diócesis afines la atención a los adolescentes y jóvenes se desarrolló con entusiasmo; esto se veía reflejado en las opciones vocacionales, nuestros seminarios salesianos y casas de formación de Guatemala, El Salvador y Costa Rica contaban con promociones numerosas de religiosos en formación inicial, todos los jóvenes en los grupos juveniles nos planteábamos más de una vez la posibilidad de ser Salesianos de Don Bosco o religiosos y sacerdotes de otras espiritualidades, “hacerse sacerdote” no era una locura sino más bien una posibilidad.
Los años han pasado y los contextos han cambiado, los tiempos no son mejores ni peores que antes, son diferentes y en esta diferencia a nosotros, los Salesianos Cooperadores del siglo XXI se nos plantea la importancia de involucrarnos en la Pastoral Juvenil para incentivar las vocaciones seglares, sacerdotales y religiosas para nuestra Familia Salesiana y para la Iglesia, somos deudores de esos salesianos y de esos grupos que formaron nuestro carácter y ayudaron a configurarnos como hombres y mujeres, ciudadanos del mundo y seguidores de Jesús.
Ciertamente los Centros y Comunidades de Salesianos Cooperadores ya estamos presentes en la Pastoral Juvenil, de manera especial en la PJ Oratoriana y sacramental pero tenemos mucho camino que recorrer, de la mano de los demás miembros de la Familia en la Pastoral Juvenil de grupos y movimientos. A los grupos EJE, ESCOGE e Iglesia Joven se han añadido diferentes iniciativas parroquiales (pienso en Acajutla y Sonsonate) y los movimientos ENE y EPRE donde ya varios SC están presentes aportando su carisma y el tiempo de sus familias y sus personas desde hace años.
Dejémonos llevar por el Espíritu Santo, volvamos a estudiar las líneas directrices y los fundamentos de la PJ, conozcamos las diferentes iniciativas desarrolladas por nuestros hermanos y hermanas y lancémonos con entusiasmo a la tarea de ser “Misioneros de los jóvenes” desde nuestra identidad salesiana y seglar.
Miguel Muñoz
SC - Centro Ricaldone
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